Una cadena es símbolo de fortaleza, de unión, de estructura, de trabajo en equipo, de seguridad entre otras cosas, podría decirse que una cadena simboliza a grandes rasgos las sinergias que uno espera encontrar en el desarrollo de una empresa, coherente con proyectarlo un paso más allá, en un país.

La cadena es la unión de eslabones y cada eslabón contribuye juntamente con sus pares a formarla y fortalecerla, análogamente, la cadena será tan débil como el más débil de sus eslabones; en la perspectiva positiva y para el propósito de estas líneas abordaré lo que llamo “la cadena del progreso”. Sin ser exhaustivo sugiero los siguientes eslabones necesarios para encaminar a nuestro país en esa ruta:

El primer eslabón es la Educación, la loable función de formar a los seres humanos que representan el activo más valioso de toda nación, su gente. Para ponerlo a manera de ejemplo, de nada sirve tener el mejor auto de carreras del mundo, si no estamos preparados para manejarlo; el ejemplo es bastante ilustrativo dado que el Perú goza de todas las riquezas que cualquier nación puédese anhelar, es un país que lo tiene todo, es decir en la comparación automovilística tendríamos todo para constituirnos en ese automóvil de F1 pero debemos preparar al conductor y su equipo técnico. Para ser más ilustrativos comparemos el PBI per cápita de Singapur con el del Perú, mientas que la nación asiática tiene un PBI per cápita de USD 80,000, el Perú no llega a los USD 7,000 teniendo el Perú un cúmulo no sólo de riquezas naturales sino también histórico culturales que es la base, pero con una educación marginalmente desarrollada, mientras que Singapur tiene hoy un pueblo educado y ha logrado desarrollar esta ciudad-estado con uno de los puertos más importantes del mundo, Singapur tenía un automóvil básico y se preocupó por preparar los mejores conductores y equipo técnico que encontraron cómo sacar lo mejor de su recurso. Para desagregar esa cualidad educativa necesaria, debo precisar que la visión a la que se refieren estas líneas es una basada en valores, en el respeto al prójimo, en la capacidad técnica y la disciplina, una que considerando la rica diversidad lingüística, étnica e histórica de nuestro territorio, sea factor aglutinador de objetivos comunes.

El segundo eslabón es el de la seguridad. Entendida en todo su espectro, seguridad jurídica y seguridad personal. La seguridad jurídica es un derecho fundamental del ser humano y una obligación del Estado, saber que las leyes se implementan de manera justa y eficaz, así como que las autoridades son firmes en su implementación, permite tener la predictibilidad necesaria para cimientos sólidos y duraderos del desarrollo de una nación, son fundamentales para atraer la inversión privada que es la base fundamental para el crecimiento. Por otro lado, la seguridad personal se desprende y potencia en un estado que invirtió en educación, un estado que estableció un sistema de justicia que asegure estabilidad a los individuos y empresas; un país en crecimiento, educado, con seguridad, deja poco espacio para las organizaciones delictivas.

Un tercer eslabón es el de la salud, tener la tranquilidad que la nación vela por la salud de sus individuos genera un sentimiento de estabilidad y contribuye a un sentido de pertenencia que no requiere mayor explicación, más aún en realidades como la nuestra que tienen una brecha de servicios de salud básica y especializada que afecta a la gran mayoría de peruanos.

El cuarto eslabón es la infraestructura y tecnología que permitirán que los otros eslabones funcionen. Infraestructura educativa, hospitalaria, carreteras, aeropuertos, puertos, trenes, etc. Es relevante concatenar la infraestructura abierta y escalable con el impulso de la tecnología dados los tiempos de cambio en los que vivimos; hoy hablamos de inteligencia artificial y 5G pero seguramente en unos años esta novedad será reemplazada por alguna “meta-tecnología” que la haga ver obsoleta. En cuanto a la conectividad, impulsar una eficiente red de carreteras, puertos, aeropuertos, así como líneas marítimas y férreas es básico para que un territorio se convierta realmente en una nación integrada. Esta interconexión debe extenderse al continente, hoy no sólo son los países los que compiten sino las regiones, y sobre este punto, sumado al puerto de Chancay que anuncia su inauguración el próximo mes de noviembre, debe estar en la carpeta de las más altas autoridades del país, el retomar el proyecto del tren bioceánico, que interconecte a Brasil con el Océano Pacífico para el uso de los puertos peruanos que otorguen eficiencias frente al gran mercado asiático; una obra de tamaña envergadura, sumado al puerto de Chancay, las ampliaciones de los terminales del Callao, el nuevo aeropuerto Jorge Chavez, los parques Industriales de Ancón y Chancay Park, una moderna ley de Zonas Económicas Especiales y el impulso al cabotaje, permitirán dar un paso cuántico en el progreso del país.

Sin duda resolver esta condición tiene un costo -al igual que todos los eslabones de la figurada cadena- y para poder cubrirlo se necesita hacer crecer a la nación, traer inversión privada que genere capacidades para impulsar la pública y en ese camino se dé lugar a los ingresos necesarios para que estas necesidades -y al mismo tiempo, responsabilidades fundamentales de la función de gobierno- de acceso a condiciones de salud, educación, seguridad e infraestructura

Sabemos que una cadena está hecha de varios eslabones, estos son sólo 4, hay varios más de gran relevancia que necesitan implementarse para ir construyendo la cadena del progreso, una cadena que será tan fuerte como la unión virtuosa de ellos. Una cadena que permita proyectarse desde el país a la región dando oportunidades de desarrollo y progreso con redes integradoras que sean generadoras de condiciones de vida cada vez mejores para todos sus habitantes.

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